Piel grasa por exceso de sebo

La piel es un órgano muy complejo con funciones metabólicas, endocrinas y sensoriales. Para su protección necesita una cierta proporción de agua y grasa en su superficie. Cuando hay un desequilibrio en esta proporción se puede producir la llamada piel grasa, en la que el sebo o secreción de las glándulas sebáceas, tiene un papel fundamental.

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Las glándulas sebáceas

Se encuentran en la piel de todo el cuerpo humano excepto en las palmas de las manos y las plantas de los pies. Generalmente se encuentran unidas al folículo piloso, constituyendo el folículo pilosebáceo, de manera que la secreción sebácea se excreta justo en el poro de salida del pelo.

Las excepciones a esta asociación pilosebácea, son las glándulas sebáceas que se encuentran en los párpados o glándulas de Meibomio, las de Tyson en el prepucio, las de los tubérculos de Montgomery en la areola mamaria y las que se encuentran en los labios menores y mayores de la vulva.

El conducto excretor de estas glándulas sebáceas independientes desemboca directamente en la piel sin relacionarse con el vello de la zona.

Volviendo a las glándulas que forman parte del folículo pilosebáceo, hay que decir que su distribución no es uniforme en todo el cuerpo, sino que existe una mayor proporción en la cara, especialmente en la frente y alrededor de las aletas de la nariz y en la parte superior de la espalda.

El sebo

Es la secreción propia de las glándulas sebáceas. La secreción sebácea es una secreción holocrina, es decir, la célula se destruye totalmente para dejar salir el producto, en este caso el sebo.

El sebo es una sustancia lipídica y ácida (pH aproximadamente 3.5).

Está compuesto por diferentes lípidos como triglicéridos, colesterol, ésteres del colesterol, ésteres céreos y escualeno. La proporción entre estos lípidos no es constante, de manera que cambia a lo largo de la vida (en los niños predominan colesterol y triglicéridos mientras que el escualeno y los ésteres céreos aumentan a partir de la pubertad), e incluso de una persona a otra, de forma que la composición del sebo influye en el olor corporal.

Tampoco es constante la cantidad de sebo, de manera que dependiendo de este factor, podemos hablar de piel hipolipídica, cuando la secreción sebácea es escasa; piel normolipídica, que hace referencia a la piel el la que la secreción sebácea es cuanti y cualitativamente equilibrada; y piel hiperlipídica o lo que también llamamos piel grasa o piel seborreica en la que la secreción sebácea es excesiva y además, comúnmente presenta cambios en la proporción de los componentes, pues mientras que en la piel normal predominan las formas libres de colesterol, en la piel seborreica aparecen en mayor cantidad los ésteres de colesterol.

La piel grasa se acompaña generalmente de problemas estéticos como aumento de brillo en la piel, poros excesivamente dilatados e irregularidades en la superficie de la epidermis y en algunos casos, se pueden producir alteraciones dermatológicas de más importancia como el acné o la dermatitis seborreica.

Funciones del sebo

El sebo producido por las glándulas sebáceas llega hasta la superficie de la epidermis a través de los orificios de los folículos pilosos. Ya en la salida del pelo lo lubrifica e impermeabiliza, incluso antes de que haya aparecido en la superficie de la piel.

Por otra parte, la secreción sebácea se mezcla con el agua proveniente del sudor y entre ambos forman la capa hidrolipídica de la piel, una emulsión agua/aceite que la protege de agresiones externas tanto químicas (jabones, detergentes, etc.), como microbiológicas (bacterias, hongos, etc.)

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Secreción sebácea a lo largo de la vida y su regulación

Durante la vida fetal comienza la secreción sebácea, que es la responsable del vérnix caseoso, es decir, de la secreción grasa y blanquecina que cubre la superficie de la piel de los recién nacidos y que actúa como un elemento de protección.

En los primeros meses de vida las glándulas sebáceas continúan activas. De hecho, en algunos bebés con aumento de esta secreción, puede aparecer la costra láctea, que no es más que una dermatitis seborreica del cuero cabelludo del bebé.

Pasadas esos primeros meses, las glándulas sebáceas pasan por un periodo de inactividad hasta que el niño cumple los 9 o 10 años, momento en el que comienzan a reactivarse. A este período se le denomina adrenarquia y es cuando ocurre la aparición de vello púbico y de vello axilar y cambia el olor corporal, precisamente por el aumento de la secreción sebácea.

La actividad sebácea en la pubertad tiene que ver con la aparición de la patología dermatológica típica de ese período, es decir, el acné.

La mayor o menor secreción sebácea ocurre por diferentes factores, uno de ellos es genético y, de hecho, es común que exista dermatitis seborreica en varios miembros de una misma familia. Pero si hablamos de regulación de la secreción sebácea, hay que decir que ésta se produce fundamentalmente, por mecanismos hormonales.

Las hormonas más implicadas en este proceso son la testosterona y los estrógenos, mientras que la primera es una activadora de la secreción sebácea, la segunda produce una disminución de la actividad de estas glándulas.

Este hecho explica que la secreción sebácea sea mayor en hombres que en mujeres y que a lo largo de la vida de un individuo, durante la pubertad, se produzca el conocido incremento de la secreción de sebo.

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Cuidados de la piel grasa

Lo más importante que hay que tener en cuenta a la hora de cuidar una piel grasa o seborreica es que la grasa no es agua, dicho que otra manera, que por mucho que la piel grasa se vea brillante y con un cierto tacto húmedo, esto no significa ni que esté hidratada ni que haya que dejar de actuar en este sentido.

Eso sí, es importante que el producto que se utilice como hidratante tenga un bajo contenido en lípidos para no aportar más grasa a la piel.

Nunca hay que intentar eliminar toda la grasa de la piel porque esto puede producir un efecto rebote con un aumento de la ya elevada secreción sebácea.

Suele ser muy útil exfoliar la piel con cierta frecuencia, pues las pieles seborreicas tienden también a no eliminar bien la capa córnea de la epidermis, lo que favorece la obstrucción de los folículos pilosebáceos y por tanto la aparición de comedones y otras lesiones asociadas.

Por último, añadir que, si la protección solar es imprescindible en todos los casos, en este lo es aún más, porque la exposición a los rayos solares produce un engrosamiento del estrato córneo de la epidermis que contribuye a un desequilibrio de la secreción sebácea.

Bibliografía

https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1761289602701106

https://www.elsevier.es/es-revista-farmacia-profesional-3-pdf-13092626

https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3779945.pdf

Dra. M. Magdalena Mejias Moreno
Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente trabajo como Gerente dentro del departamento Médico en Laboratorios Heel España y soy autora de artículos en revistas y blogs y he escrito algunos libros de divulgación científica sobre nutrición y salud.
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