El exceso de mucosidad en las vías respiratorias puede llegar a ser muy molesto, pues dificulta la respiración, el habla, la deglución e incluso, las relaciones sociales y el rendimiento laboral o escolar.
Aunque la mayoría de las veces el exceso de mucosidad se asocia a resfriados o, dicho de otro modo, a infecciones respiratorias hay otras muchas causas en las que se produce un exceso de mucosidad sin resfriado y que pueden estar detrás de este problema.
Empecemos hablando del moco y sus funciones
Para mantener las vías respiratorias sanas, fisiológicamente se dispone de tres mecanismos diferentes pero interrelacionados entre sí: el moco, el aclaramiento mucociliar y la tos.
Diariamente, un individuo sano produce unos 50 ml al día de mucosidad en las vías respiratorias.
El moco tiene funciones antioxidantes y antimicrobianas y es capaz de atrapar partículas y distintos tipos de microorganismos como virus o bacterias.
Una vez que el volumen de moco acumulado es más que el deseable, el movimiento ciliar contribuye a expulsar hacia el exterior el moco con las partículas que se le hayan podido adherir. Si el movimiento ciliar no fuera suficiente porque se ha producido un aumento de las secreciones respiratorias, entonces entra en juego la tos como mecanismo de defensa expulsivo.
Los factores que pueden hacer que se produzca un aumento importante de la mucosidad, y que como consecuencia, se tenga que poner en marcha el mecanismo de la tos, son fundamentalmente de dos tipos: infecciosos e inflamatorios.
Tanto las enfermedades infecciosas, como aquellas que cursan con inflamación, suponen una agresión a la mucosa respiratoria que responde con un aumento de la secreción. Por eso, múltiples enfermedades respiratorias, tanto agudas como crónicas, cursan con un aumento de la producción de moco en algún punto de las vías respiratorias.
Causas principales del exceso de mucosidad
El exceso de mucosidad puede manifestarse de manera local, afectando únicamente a las vías respiratorias altas, como es el caso de las rinitis o puede afectar a las vías bajas respiratorias.
Si excluimos las infecciones respiratorias tanto víricas como bacterianas y mencionamos las causas no infecciosas de las rinitis, una de las causas más comunes del exceso de mucosidad sin resfriado es la alergia.
Las rinitis alérgicas son una reacción inmunológica mediada por IgE que conlleva una producción excesiva de mucosidad. Los aeroalérgenos más comunes son los pólenes, los ácaros, el epitelio de animales, el polvo o las esporas de hongos. Todos ellos pueden estimular la producción de mucosidad en las vías respiratorias.
También tenemos que mencionar a las rinitis ocupacionales, es decir, aquellas que se producen por el contacto con un alérgeno o con un irritante que forma parte del entorno laboral.
Las rinitis inducidas por medicamentos pueden ocurrir tras la toma de aspirina u otros aines, inhibidores de la ECA, contraceptivos etc. Aquí hay que hacer una distinción: si la rinitis ocurre por el uso prolongado o inadecuado de vasoconstrictores nasales, entonces hablamos de rinitis medicamentosas.
Existen también rinitis hormonales, como por ejemplo la que ocurre durante el embarazo, rinitis gustatorias, inducidas por alimentos o por bebidas alcohólicas, rinitis emocionales que se pueden desencadenar por estrés o por estimulación sexual y rinitis vasomotoras, que se producen como reacción ante estímulos inespecíficos como cambios de temperatura, humedad, etc.
En cuanto a las causas de aumento de la secreción traqueobronquial de origen no infeccioso, la causa más frecuente de exceso de mucosidad sin resfriado es la reagudización de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica, es decir, asma, bronquitis crónica, enfisema o bronquiectasias. La fibrosis quística también es una causa de aumento de las secreciones bronquiales y también puede ocurrir en la enfermedad por reflujo gastroesofágico.
¿Cómo se puede tratar el aumento de mucosidad?
En primer lugar, atendiendo a la causa y haciendo el tratamiento etiológico que corresponda. Para ello es imprescindible el diagnóstico preciso del cuadro y saber qué tomar para los mocos.
En cuanto al tratamiento sintomático, destinado a la eliminación del moco, podemos encontrar distintos tipos de sustancias, que hablamos a continuación.
Expectorantes
Se denomina así a toda sustancia que es capaz de favorecer la expulsión de las secreciones procedentes del árbol traqueobronquial.
En este grupo no sólo hay que pensar en fármacos como, por ejemplo, los modificadores de los canales iónicos. Sino que se considera también expectorantes algunos hábitos recomendables como la hidratación oral. El uso de soluciones salinas hipertónicas o idealmente de soluciones hipertónicas suaves, tiene también una acción expectorante.
También se pueden mencionar algunas plantas con efecto expectorante como es el caso del tomillo.
Mucolíticos
Son aquellas sustancias capaces de modificar las propiedades biofísicas del moco y disminuir su viscosidad, lo que facilita su expulsión. En este grupo está la N-acetilcisteína. Pero, también, sustancias de origen natural como el chitosán vegetal que cuando se aplica en la nariz, en caso de rinitis, consigue disminuir la viscosidad del moco nasal favoreciendo su eliminación.
Aquí hay que señalar que cuando se administra un mucolítico por vía oral como la N-acetilcisteína, lo que se pretende es que el moco se haga más fluido para poder eliminarse con más facilidad con la tos. Por ello no está indicado su uso conjunto con los antitusivos tipo dextrometorfano.
Mucocinéticos
Son los fármacos que actúan sobre el aclaramiento ciliar el aumentar su motilidad. Ejemplos de estos fármacos son algunos broncodilatadores o ciertas moléculas como el ambroxol.
Emolientes
Son aquellas sustancias con gran capacidad para retener agua, gracias a lo cual se produce una disminución de la irritación de la mucosa. Esto conlleva una disminución de la producción de las secreciones. Además, la alta hidratación, disminuye la viscosidad del moco favoreciendo su expulsión.
Existen distintos extractos vegetales de los que se ha demostrado sus propiedades emolientes. Todas estas plantas tienen la característica común de ser ricas en mucílagos. Los mucílagos son polisacáridos heterogéneos de muy variada estructura que presentan un gran poder para absorber agua y formar geles o soluciones coloidales que, como ya hemos mencionado, disminuyen la irritación de la mucosa, lo que disminuye la necesidad de toser.
Entre estas plantas podemos mencionar el llantén, la malva o el malvavisco entre otros.
Bibliografía
https://www.elsevier.es/es-revista-offarm-4-articulo-rinitis-alergica–13059419
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