Relación entre la microbiota vaginal y las ITUs de repetición

Las infecciones del tracto urinario (ITU) son muy habituales en mujeres. De hecho, se trata de la infección más frecuente en éstas. La relación entre las ITU de repetición y la microbiota vaginal es algo que se postula desde hace ya muchos años.

Ya en 1915, Newman inyectó lactobacilos en la vejiga para tratar la cistitis. Las evidentes complicaciones de este método hicieron que no prosperara, máxime cuando años después se pudo disponer de la antibioterapia. Sin embargo este primer intento no quedó en el olvido.

Poco a poco, ha ido renaciendo el interés por conocer la utilidad del uso de los probióticos vaginales en el tratamiento y la prevención de las ITU.

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Infecciones urinarias recurrentes

Lo habitual es que las infecciones urinarias se presenten como una patología recurrente. Hablamos entonces de infección urinaria recurrente no complicada. Se define como aquella que ocurre en mujeres no embarazadas, sin patologías previas ni alteraciones anatómicas del tracto urinario.

Además, presenta una frecuencia de al menos tres episodios al año o dos episodios en los últimos seis meses.

La infección del tracto urinario más común es la cistitis. Es decir, la inflamación de la vejiga urinaria producida por un agente infeccioso. Este agente infeccioso generalmente proviene de las bacterias residentes en el tramo final del tubo digestivo.

Es desde aquí donde alcanzan la uretra y, de aquí, ascienden a la vejiga, anclándose en la mucosa vesical y provocando la enfermedad.

El patógeno más frecuentemente aislado en cultivos de orina de pacientes con cistitis es la Escherichia Coli. Es la responsable del 80% de los casos.

Relación entre la microbiota vaginal y las ITUs de repetición: prevencion microbiota vaginal - HeelEspaña

Prevención de las infecciones urinarias

Para la prevención de las recurrencias de ITU se han postulado algunos hábitos higiénicos como:

  • La micción pre y post-coital
  • La limpieza después de la defecación de delante hacia atrás
  • Evitar la retención urinaria
  • O evitar el uso de ropa interior ajustada o de fibras sintéticas.

No se ha encontrado evidencia científica de que exista correlación entre estos hábitos y una disminución de las recurrencias. Sin embargo, se siguen haciendo estas recomendaciones.

A pesar de no haber demostrado su efecto beneficioso en los estudios realizados, muchos médicos siguen encontrándolos de utilidad. Parece que el único hábito que sí ha demostrado disminuir la recurrencia de cistitis es la ingesta diaria de al menos 1.5 litros de agua.

 

Papel de la microbiota vaginal y estas infecciones

Un factor que sí parece tener una relación con la recurrencia de las cistitis, es la presencia de una microbiota vaginal inadecuada. Se ha demostrado que las mujeres con ITU recurrentes, tienen una menor presencia de lactobacilos vaginales productores de peróxido de hidrógeno, lo que permite la colonización vaginal por E. Coli, actuando de esta manera la vagina como subestación para el paso de las enterobacterias patógenas del tracto intestinal al tracto urinario.

La microbiota vaginal de una mujer sana en edad fértil contiene unos 108 microorganismos/ml. Los microorganismos dominantes son del género lactobacilo. Los más abundantes son Lactobacillus crispatus, Lactobacillus iners, Lactobacillus jensenii y Lactobacillus gasseri.

Pero hay que tener en cuenta que la proporción de cada especie es muy variable. La microbiota vaginal está muy influenciada por los cambios hormonales de la mujer, además de por su origen étnico, los hábitos higiénicos o la actividad sexual entre otros.

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Cambios en la microbiota vaginal

Por supuesto también va cambiando con la edad, sobre todo en relación a la producción de estrógenos, de manera que en la edad fértil, cuando la producción de estrógenos es mayor, se favorece el crecimiento de lactobacilos, mientras que en la infancia o la menopausia, las cifras bajas de estrógenos condicionan una disminución de los lactobacilos.

Por otra parte, todas aquellas circunstancias que produzcan cambios en el pH vaginal, afectan negativamente a la viabilidad de los lactobacilos y por lo tanto a los mecanismos de protección de la microbiota vaginal. Entre estos factores cabe destacar la sangre menstrual y el semen así como el uso de tampones o las duchas vaginales, especialmente con jabones alcalinos.

Esporádicamente en la vagina se pueden encontrar enterobacterias en pequeñas concentraciones (Clostridium, Prevotella), pero se piensa que no se trata de bacterias residentes, sino transeúntes.

Los lactobacilos son gérmenes grampositivos, no esporulados, anaerobios aerotolerantes. Tienen la capacidad de producir ácido láctico, peróxido de hidrógeno y bacteriocinas. Esto constituye una excelente protección frente a la colonización de bacterias patógenas como la E. Coli productora de ITU. Además de otras bacterias implicadas en las vaginosis como la Gardnerella vaginalis o la Trichomona.

Disbiosis en la microbiota vaginal

Los desequilibrios en la composición de la microbiota vaginal se han asociado con cuatro cuadros patológicos distintos:

  • Vaginosis
  • La tricomoniasis
  • Candidiasis vaginal
  • Las infecciones del tracto urinario inferior.

La relación de los cambios en la microbiota vaginal con la aparición de cistitis tiene que ver con que los cambios en las bacterias vaginales residentes. Estas permiten la colonización de bacterias intestinales patógenas que son las causantes de las cistitis.

En este caso, la vagina puede actuar como reservorio y como estación intermedia. Es decir, favoreciendo la llegada de estas bacterias desde su origen en el tracto digestivo inferior hasta la uretra.

Se ha demostrado que la frecuencia de aparición de cistitis en mujeres es inversamente proporcional a la presencia de una microbiota vaginal normal. Este hecho podría explicar por qué las cistitis son más frecuentes en mujeres menopáusicas. En ellas la disminución de la producción de estrógenos condiciona una alteración en las poblaciones de lactobacilos vaginales.

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¿Es útil el tratamiento con probióticos?

En la actualidad el uso de los probióticos para el tratamiento y la prevención de las infecciones urinarias es una realidad. Las cepas utilizadas son cepas vaginales procedentes de muestras de mujeres sanas, especialmente L. crispatus, L. jensenii, L. gasseri o L. iners. La vía de administración puede ser vaginal u oral.

  • La vía vaginal es más directa pero con más dificultades para el cumplimiento por parte de la paciente.
  • En cuanto a la vía oral, se ha demostrado eficaz y permite un cumplimiento mucho más fácil.

Existen estudios que demuestran que tras la ingestión de cepas probióticas vaginales se consigue el aislamiento de éstas en la vagina a partir de una semana de su administración.

Aún nos queda camino para llegar al conocimiento completo de la microbiota. La composición de la microbiota de la vejiga aún no está bien establecida. De hecho, hasta hace poco tiempo, se pensaba que solo la vagina era portadora de estos microorganismos en el aparato genital femenino.

Es ahora cuando ya sabemos de la presencia de estas bacterias en la cavidad uterina. Pero aunque aún nos quede camino por recorrer, hay ya evidencias suficientes como para saber que los probióticos pueden ser de utilidad en distintas patologías. Es el caso de las infecciones recurrentes del tracto urinario inferior.

Bibliografía

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