El papel del péptido YY en el control del apetito y su implicación en la pérdida de peso

El hipotálamo es un área clave debido a que integra un número de señales periféricas que modulan la ingesta de alimentos y el gasto energético. Posee varias conexiones entre los centros corticales superiores y las hormonas, tales como el péptido YY, polipéptido pancreático, péptido similar al glucagón-1 (GLP-1), oxintomodulina, y la grelina.

El sistema que controla el balance energético se encarga de regular el apetito o el inicio y la finalización de comidas individuales a corto plazo, pero a largo plazo, la regulación del balance energético del organismo se realiza a través de la liberación de factores de adiposidad como la leptina e insulina

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Apetito, hambre y saciedad

El apetito, el hambre y la saciedad son procesos complejos regulados por una serie de hormonas y polipéptidos que actúan en nuestro organismo. El hambre es una necesidad fisiológica de nuestro organismo y, por lo tanto, cubrirla es vital e indispensable para aportar al organismo todos los nutrientes (hidratos de carbono, grasas, proteínas, vitaminas y minerales) que necesita. En cambio, el apetito está relacionado con el deseo de comer por placer.

Por otro lado, la saciedad es la sensación de satisfacción y plenitud que experimentamos después de comer.

Hormonas y polipéptidos: Controlando nuestro deseo de comer

El control del apetito es un proceso complejo que implica la interacción de varias hormonas y polipéptidos en nuestro organismo. Estas sustancias desempeñan un papel clave en la regulación del hambre y la saciedad, y nos ayudan a controlar nuestro deseo de comer.

Una de las hormonas clave en este proceso es la grelina, producida principalmente en el estómago. La grelina estimula el apetito y nos hace sentir hambre. Por otro lado, tenemos la leptina, una hormona producida por las células grasas que suprime el apetito y nos hace sentir saciados. La insulina también juega un papel importante, ya que regula los niveles de glucosa en sangre y puede influir en nuestro deseo de comer.

Además de estas hormonas, también existen polipéptidos que desempeñan un papel en la regulación del apetito. Uno de ellos es el péptido YY (PYY), que se produce en el intestino y reduce el apetito. El PYY se libera después de las comidas y envía señales al cerebro para indicarle que estamos saciados.

Es importante destacar que el equilibrio hormonal puede verse afectado por diversos factores, como el estrés, la falta de sueño o una dieta poco saludable. Por ello, es fundamental adoptar hábitos saludables para mantener un adecuado control del apetito.

El péptido YY: El aliado en la lucha contra el apetito

El péptido YY (PYY) es un polipéptido producido en el intestino que desempeña un papel crucial en el control del apetito y la saciedad. Está compuesto por 36 aminoácidos con dos residuos de tirosina (Y) en sus dos extremos, de ahí su nombre. Comparte la misma estructura proteica terciaria en forma de U que el neuropéptido Y (NPY), un potente orexígeno, y el polipéptido pancreático (PP), secretado por las células pancreáticas endocrinas (células PP).

El PYY se secreta en las células L de la mucosa del tracto gastrointestinal, particularmente de colon y recto, tras la ingestión. El PYY también se produce en el estómago y el páncreas y está presente en neuronas del sistema nervioso central y del sistema nervioso periférico (neuronas entéricas).

Cuando comemos, el PYY se libera en el torrente sanguíneo y actúa sobre el cerebro para reducir la sensación de hambre. Esta hormona suprime el apetito al disminuir la producción de grelina, una hormona estimulante del hambre, y al aumentar la sensación de saciedad.

Además, el PYY también ralentiza el vaciado gástrico, lo que ayuda a mantener la saciedad durante más tiempo. La concentración máxima en el plasma del PYY está influenciada por el número de calorías y la composición de la comida. A igual aporte calórico, la concentración de péptido YY es mayor si la dieta es rica en grasa que si predominan los hidratos de carbono o las proteínas. Otros estímulos para el PYY son el ácido gástrico, la colecistocinina y las sales biliares.

La investigación ha demostrado que niveles bajos de PYY están asociados con una mayor ingesta de alimentos y un mayor riesgo de obesidad.

Por otro lado, niveles elevados de PYY se han relacionado con una menor ingesta de alimentos y un menor riesgo de sobrepeso. Esto sugiere que PYY puede ser un aliado en la lucha contra el apetito excesivo y la obesidad.

Además, algunos estudios han explorado el potencial terapéutico de PYY en el tratamiento de la obesidad. La administración de PYY sintético ha demostrado reducir la ingesta de alimentos y promover la pérdida de peso. Sin embargo, es importante tener en cuenta que aún se necesitan más investigaciones para determinar la eficacia y seguridad a largo plazo.

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Vínculo entre la obesidad y la depresión

Numerosos estudios afirman que existe una estrecha relación entre la depresión y la obesidad. En este sentido, podríamos decir que la depresión puede ser tanto causa como consecuencia de la obesidad. Es decir, se retroalimentan y acaban en un círculo vicioso. Una persona con sobrepeso puede presentar síntomas depresivos.

Al mismo tiempo, los síntomas depresivos pueden afrontarse mediante la ingesta excesiva de alimentos o lo que denominamos ingesta emocional, lo que lleva a de forma paulatina una ganancia de peso pudiendo producir obesidad. La relación entre la obesidad y la depresión es un tema complejo que involucra varios factores, incluyendo una perspectiva hormonal. Varios estudios han demostrado que existe una estrecha conexión entre estos dos trastornos, y se cree que las hormonas juegan un papel crucial en su interacción.

En primer lugar, se ha encontrado que los niveles de hormonas como la grelina y la leptina están desregulados tanto en personas con obesidad como en aquellas con depresión. La grelina, conocida como la «hormona del hambre», aumenta el apetito y promueve la ingesta de alimentos, mientras que la leptina, conocida como la «hormona de la saciedad», disminuye el apetito y regula el almacenamiento de grasa. Cuando estos mecanismos hormonales no funcionan adecuadamente, puede haber un aumento en el apetito y una disminución en la sensación de saciedad, lo que contribuye al desarrollo de la obesidad.

Además, se ha observado que las personas con obesidad tienen un mayor riesgo de desarrollar depresión. Esto podría deberse a la liberación alterada de hormonas relacionadas con el estado de ánimo, como la serotonina. La serotonina es un neurotransmisor que regula el estado de ánimo y desempeña un papel importante en el bienestar emocional. Cuando los niveles de serotonina son bajos, se puede experimentar depresión y una mayor tendencia a la ingesta excesiva de alimentos.

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La importancia de la serotonina en el estado de ánimo y la depresión

La serotonina es un neurotransmisor clave en la regulación del estado de ánimo y desempeña un papel fundamental en el desarrollo de la depresión. Esta sustancia química se encuentra en diversas áreas del cerebro y ayuda a regular el equilibrio emocional, la ansiedad y el bienestar general. La falta de serotonina puede estar asociada con una disminución en el estado de ánimo, problemas para conciliar el sueño y una sensación general de tristeza y desesperanza.

La depresión es un trastorno mental común que afecta a millones de personas en todo el mundo. Se caracteriza por una persistente sensación de tristeza, falta de interés en actividades cotidianas y cambios en el apetito y el sueño. Numerosos estudios han demostrado que existe una conexión entre la depresión y los niveles bajos de serotonina en el cerebro.

El triptófano, un aminoácido esencial que se encuentra en ciertos alimentos, es un precursor clave de la serotonina. Una dieta equilibrada que incluya alimentos ricos en triptófano, como lácteos, carnes magras, nueces y semillas, puede ayudar a mantener niveles óptimos de serotonina y mejorar el estado de ánimo.

Además de la alimentación, otros factores pueden influir en los niveles de serotonina. El ejercicio regular, dormir lo suficiente y manejar el estrés son hábitos importantes para mantener un equilibrio hormonal y emocional adecuado. En algunos casos, será necesaria la utilización de fármacos antidepresivos que aumentan los niveles de serotonina en el cerebro.

Triptófano: el precursor de serotonina

El triptófano es un aminoácido esencial que desempeña un papel fundamental en la producción de serotonina. La serotonina regula el apetito, el sueño y las emociones, por lo que mantener niveles adecuados de este neurotransmisor es crucial para nuestro bienestar emocional.

Para que el triptófano sea efectivo en la producción de serotonina, es importante asegurarse de que haya suficiente disponibilidad de otros nutrientes necesarios, como vitamina B6 y magnesio. Además, algunos estudios sugieren que el consumo de carbohidratos también puede aumentar los niveles de triptófano en el cerebro, lo que a su vez promueve la producción de serotonina.

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Consejos para mantener un equilibrio hormonal y emocional

Con el fin de mantener un equilibrio hormonal y emocional, es importante adoptar hábitos saludables que promuevan el bienestar físico y mental:

  • Una dieta equilibrada, rica en nutrientes, fibra y proteínas, y baja en grasas saturadas y azúcares refinados puede ayudar a regular las hormonas.
  • Ejercicio físico. El ejercicio puede aumentar los niveles de hormonas como la leptina y disminuir los niveles de grelina, lo que puede reducir el apetito.
  • Reducción del estrés. La reducción del estrés a través de técnicas como la meditación, el yoga o la terapia puede ayudar a regular los niveles hormonales.
  • Sueño adecuado. Dormir lo suficiente y mantener un horario de sueño regular puede ayudar a regular los niveles hormonales.
  • Evitar el alcohol. Puede tener efectos negativos en nuestro cuerpo, incluyendo la reducción de la grasa corporal. Además, evitar el alcohol puede ayudar a regular las hormonas que controlan el comportamiento alimentario, como la leptina y la grelina, y así evitar la estimulación de la ingesta de alimentos.

En el intrincado mundo del apetito, el hambre y la depresión, las hormonas y la serotonina juegan un papel crucial. Algunas hormonas y polipéptidos controlan nuestro deseo de comer, como el péptido YY como aliado en la lucha contra el apetito. Existe un vínculo entre la obesidad y la depresión, de ahí la importancia de la serotonina en el estado de ánimo y la depresión, destacando al triptófano como su precursor clave.

Referencias
  • Quispe, L. E. C. (2016). Fisiología del apetito y el hambre. Enfermería Investiga, 1(3 Sep), 117-124.
  • Alonso, R., & Olivos, C. (2020). La relación entre la obesidad y estados depresivos. Revista médica clínica las condes, 31(2), 130-138.
  • Giménez Palop, O., & Caixà, A. (2009). Péptido YY: Una nueva estrategia para el tratamiento de la obesidad. Endocrinología y Nutrición, 56(1), 1-3.
  • Hall, J. E. (Ed.). (2016). Guyton y Hall. Tratado de fisiología médica. Elsevier España.
Dr. Julián Antonio Carvajal Gómez
Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid, desde el año 2013 hasta la actualidad trabajo como Medical Science Liaison (MSL) en el departamento médico de Heel España.
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