Bacterias resistentes a los antibióticos e ITUs, ¿un problema en aumento?

Las infecciones del tracto urinario (ITUs) son la segunda causa de consulta por patología infecciosa en atención primaria, después de las infecciones respiratorias. La utilización de antibióticos como base del tratamiento de las cistitis, está creando un problema creciente de resistencias bacterianas. La pauta habitual es comenzar con una antibioterapia empírica en espera de los resultados del cultivo. La aparición de bacterias resistentes a los antibióticos está obligando a revisar cuáles pueden ser los agentes terapéuticos más adecuados.

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Infecciones del tracto urinario

Hay que tener en cuenta que más del 50% de las mujeres presentará al menos un episodio de ITU en su vida. Aproximadamente un tercio de las mujeres afectas de ITU presentarán recurrencias (2 o más infecciones en 6 meses o 3 o más infecciones en un año). La mayoría de las ITUs se generan por vía ascendente y habitualmente están producidas por microorganismos procedentes del colon (enterobacterias especialmente E. coli).

Escherichia coli (E.coli)

Más del 95% de las infecciones urinarias son monomicrobianas, sólo en un 5% de los casos la infección es polimicrobiana. En España, Escherichia coli (E.coli) es el uropatógeno más frecuente en mujeres de 18 a 65 años (casi el 80% de las infecciones ambulatorias y 50% de las producidas en el ambiente hospitalario), seguido a gran distancia por Staphylococcus saprophyticus (4,4%), más aislado en mujeres menores de 30 años de edad, Proteus mirabilis (4,3%), más aislado en mujeres mayores de 50 años de edad, Enterococcus faecalis (3,2%) y Klebsiella pneumoniae (2,3%).

La llegada de las enterobacterias al meato uretral se produce a través del periné, por eso, el equilibrio de la microbiota vaginal se considera un importantísimo factor protector frente a las ITUs.

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Las bacterias resistentes a los antibióticos: problema global

Hay que mencionar que las bacterias resistentes a los antibióticos son un problema global a todas las infecciones frecuentes a las que, por supuesto, no son ajenas las infecciones del tracto urinario. El uso de un antibiótico siempre supone un aumento del riesgo de infecciones por bacterias resistentes, lo que es más probable cuanto más frecuente sea la infección. Por eso, el uso correcto del antibiótico no es solo muy importante para el curso actual de la enfermedad sino también para el futuro del paciente y el tratamiento de sus posibles futuras recidivas.

¿Y en España?

En España, las cifras de resistencia bacteriana de la E. Coli frente a algunos antibióticos son realmente altas. Se dice que cuando la resistencia bacteriana en una comunidad es superior al 20%, no debe utilizarse ese antibiótico como tratamiento empírico, sino que debe quedar relegado a aquellos casos en los que el antibiograma haya demostrado que la bacteria en cuestión es sensible.

Se han encontrado tasas de resistencia de la E. Coli superiores al 20% para ciprofloxacino, cotrimoxazol y amoxicilina (sin clavulánico).

Parece que la fosfomicina, la nitrofurantoína y las cefalosporinas de segunda y tercera generación tienen unas tasas bajas de resistencias, por lo que son los antibióticos de elección en tratamiento empírico.

En cualquier caso, debemos ser muy conscientes del peligro creciente que suponen las resistencias bacterianas a los antibióticos, por lo que la prescripción antibiótica debe hacerse siempre después de un diagnóstico correcto y tras haber considerado la conveniencia del tratamiento empírico.

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Cómo prevenir las cistitis y disminuir el uso de antibióticos

En el caso de las cistitis es muy importante tomar las medidas preventivas adecuadas para disminuir la necesidad del uso de antibióticos y que el uso de estos sea menos frecuente.

Microbiota vaginal y cistitis

Uno de los principales factores protectores frente a la aparición de cistitis es la integridad de la microbiota vaginal. Mientras que en el intestino existen unas 1000 especies diferentes de microorganismos, en la vagina, tan sólo se han aislado unas 15 especies diferentes. A diferencia de la microbiota intestinal, en la que los lactobacilos son minoritarios, en la vagina, este género es con mucho, el predominante.

Importancia de los lactobacilos

Los lactobacilos reciben este nombre por tener forma bacilar (alargada) y porque son capaces de degradar los azúcares en ácido láctico. Esta capacidad de formar ácido láctico es una de sus principales características, puesto que la presencia de ácido láctico produce una importante bajada del pH en el entorno.

Para el equilibrio del ecosistema vaginal es imprescindible este pH bajo, pues es lo que dificulta el crecimiento de bacterias patógenas. Así mismo, también presentan una importante capacidad para fabricar H2O2 (agua oxigenada o peróxido de hidrógeno), lo que también afecta a la proliferación de microorganismos patógenos.

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Probióticos

Las mismas cepas bacterianas que habitan en la vagina pueden utilizarse como probióticos y pueden contribuir a la prevención de las recidivas de las infecciones del tracto urinario, gracias al mantenimiento del equilibrio en la composición de la microbiota autóctona. Cuando estos probióticos se toman por vía oral, tienen capacidad para migrar a la región vaginal desde el intestino, a través de la zona perineal. El intestino actúa como reservorio par la colonización de la vagina por parte de los lactobacilos.

D-Manosa y PAC

Además, sabemos que para anclarse a las células de la mucosa vesical y, por tanto, poder producir la infección, la E. coli, utiliza dos tipos de fimbrias: las fimbrias tipo I que están presentes en el 80% de las E. Coli y que en presencia de D-Manosa se unen a esta, perdiendo su capacidad de anclarse a la mucosa vesical y las fimbrias P que son manosa-resistentes, es decir, no se unen a la D-Manosa, sin embargo, las proantocianidinas (PAC) presentes en el arándano rojo americano o en la semilla de uva, sí actúan frente a estas fimbrias, impidiendo el anclaje de éstas a la pared de la vejiga.

La combinación de D-Manosa y PAC actúa sobre dos tipos de fimbrias de la E. Coli, consiguiendo la inactivación de ambos tipos de fimbrias y por tanto, impidiendo el anclaje de la bacteria a la pared de la vejiga y favoreciendo por tanto su arrastre y eliminación por la orina.

Seguir unos hábitos higiénico-dietéticos adecuados y el uso de complementos con probióticos capaces de colonizar la vagina, con D-manosa y con proantocianidinas, puede contribuir a disminuir el número de recidivas de cistitis y por tanto reducir la necesidad del uso de antibióticos.

Referencias
Dra. M. Magdalena Mejias Moreno
Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente trabajo como Gerente dentro del departamento Médico en Laboratorios Heel España y soy autora de artículos en revistas y blogs y he escrito algunos libros de divulgación científica sobre nutrición y salud.
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