¿Qué es la ashwagandha?
Ashwagandha o Withania somnifera es una planta que puede ser beneficiosa para reducir el cansancio y el estrés.
Pertenece a la familia de las solanáceas y recibe también el nombre de ginseng indio por su acción como adaptógeno.
Es un arbusto que puede alcanzar 1,5 m de altura. El fruto es una baya pequeña de color anaranjado del tamaño de un guisante.
Es originaria de la India, aunque se puede encontrar en África, el Mediterráneo y todo el sur de Asia. La planta crece silvestre pero también se cultiva para su uso medicinal. Las raíces frescas de la planta tienen un olor fuerte y desagradable, parecido al del sudor del caballo, de donde deriva su nombre Ashwa- gandha, que quiere decir «olor a caballo».
Son precisamente sus raíces la parte utilizada en medicina. La planta contiene interesantes principios activos con una amplia gama de aplicaciones, en concreto, en la raíz se encuentran alcaloides (como la ashwagandhina), esteroides (como los withanólidos y las withaferinas) y aminoácidos como el triptófano como principales sustancias activas.
Muchos de estos compuestos presentan propiedades antioxidantes. La capacidad antioxidante de la ashwagandha es la base de muchos de los efectos beneficiosos que tiene la planta para la salud.
¿Es seguro tomar ashwagandha?
Ashwagandha ha demostrado seguridad y tolerabilidad a las dosis recomendadas según los estudios (entre 120 y 1200 mg diarios de extracto de raíz). A dosis más altas presenta efecto hipnótico. No está recomendada la toma de ashwagandha ni en embarazadas ni en personas con problemas psiquiátricos.
Propiedades de ashwagandha
Ashwagandha es uno de los adaptógenos más utilizados. Una planta o sustancia adaptógena es la que «ayuda a respaldar la capacidad del cuerpo para resistir los efectos del estrés y promover el funcionamiento fisiológico normal», por tanto, es capaz de modular y equilibrar diferentes sistemas del organismo, tanto a nivel energético, como nervioso e inmunológico.
Ashwagandha cumple los cuatro criterios principales de los adaptógenos: reduce los daños causados por el estrés; es segura, incluso en dosis elevadas; no causa adicción ni síntomas de abstinencia y no afecta a las funciones corporales normales.
En cuanto a sus propiedades farmacológicas se han descrito efectos inmunomoduladores, antiinflamatorios, antioxidantes, antitumorales, neuroprotectores, nootrópicos, ansiolíticos, cardioprotectores y antidiabéticos entre otros.
Adaptógenos y estrés
La OMS define el estrés como «el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara el organismo para la acción». En términos globales se trata de un sistema de alerta biológico necesario para la supervivencia.
El estrés es una reacción que se produce ante determinados estímulos externos o internos y que, idealmente, debe actuar de manera adaptativa. No debe entenderse siempre como una respuesta negativa, pues se trata en realidad de una reacción que ayuda al organismo a afrontar situaciones difíciles.
Cualquier situación de alerta que genera estrés produce en el organismo un aumento de la secreción de sustancias como la adrenalina y el cortisol, lo que provoca determinadas manifestaciones de tipo físico como aumento de la secreción de sudor, aumento de la frecuencia cardíaca o aumento del gasto cardíaco; todas estas acciones están encaminadas a conseguir un aumento del flujo de sangre a los tejidos.
Cuando esos mecanismos consiguen una adaptación (respuesta adaptativa) a las nuevas condiciones, se vuelve a la situación fisiológica y se considera que el organismo ha tenido una buena respuesta.
El problema ocurre cuando se produce el denominado estrés no adaptativo, es decir, el cuerpo no consigue adaptarse a la nueva situación, sino que se desencadena un desequilibrio a nivel mental, nervioso, inmune y endocrinológico.
Estrés agudo y estrés crónico
En este punto, es importante que distingamos entre estrés agudo y estrés crónico
El estrés agudo es una respuesta natural y necesaria para la supervivencia. Desencadena un aumento en la liberación de adrenalina y noradrenalina, lo que produce un aumento del gasto cardíaco y de la presión sanguínea, con el objeto de aumentar la perfusión a los tejidos. El estrés agudo se ocasiona en un breve periodo de tiempo y desaparece de forma rápida. Es una manifestación frecuente, que aparece como consecuencia de una situación o circunstancia excitante y que no suele ocasionar problemas importantes de salud, pudiendo aparecer en algunos casos pequeñas molestias físicas como molestias digestivas, musculares, cefaleas, etc., o problemas psicológicos como cansancio repentino, nerviosismo, sobreexcitación, ligera ansiedad, ira, etc. El estrés agudo generalmente se maneja bien y la persona vuelve a su estado anterior de forma espontánea superando la situación estresante.
El estrés crónico, sin embargo, produce un aumento en la liberación de cortisol. Cuando los niveles de cortisol están balanceados, los distintos órganos y sistemas funcionan adecuadamente. Sin embargo, durante el estrés crónico el cortisol se mantiene elevado lo que produce efectos negativos en las funciones de prácticamente todas las células del cuerpo. Entre los efectos negativos de la elevación crónica del cortisol encontramos alteraciones en la función del sistema inmune, con la consiguiente aparición de enfermedades infecciosas o alergias; también pueden aparecer trastornos digestivos; aumento de la presión arterial; falta de memoria y de concentración; sobrepeso; riesgo de diabetes, etc.
El estrés es por tanto una reacción natural del cuerpo ante situaciones desafiantes pero cuando se cronifica puede generar fatiga física y mental entre otras alteraciones. En este sentido, ashwagandha, y como puede ser también la valeriana, ha demostrado ser efectiva para reducir los niveles de cortisol, de este modo, su consumo ayuda a mejorar la calidad del sueño y a disminuir la ansiedad.
Beneficios de ashwagandha
Ashwagandha ha mostrado ser un adaptógeno natural que ayuda a regular los niveles de energía del cuerpo. Esto se traduce en una mayor resistencia física y mental frente al cansancio.
Ashwagandha actúa a nivel del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HPA) ayudando a equilibrar la cantidad de cortisol que produce el cuerpo. También se ha demostrado que aumenta la actividad colinérgica.
El mecanismo de ashwagandha para reducir o regular el estrés prolongado, se basa en su capacidad para estimular los receptores GABA, lo que produce un efecto de relajación; también es capaz de aumentar la producción de dopamina (hormona del placer), que en una situación de estrés está generalmente disminuida en sangre.
En conclusión, ashwagandha es una planta muy valorada por sus propiedades adaptógenas que ayuda a reducir el cansancio y estrés. Tiene acción relajante y tranquilizante lo que la hace especialmente interesante en la regulación del estrés y como complemento en el tratamiento de la ansiedad Su consumo regular puede ser beneficioso tanto para aquellas personas que buscan mejorar su rendimiento físico como para aquellas que necesitan combatir la fatiga
Referencias
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