¿Es cierto que el insomnio produce envejecimiento o lo que ocurre es que el envejecimiento produce alteraciones en el sueño? ¿Dónde está el principio de este círculo vicioso? ¿Es cierto que existe relación entre los trastornos del sueño y envejecimiento?
A la primera pregunta podríamos decir que sí a ambas partes. Y es que existe una relación bidireccional entre la calidad del sueño y el envejecimiento. La segunda pregunta es difícil de responder. A veces, cuesta trabajo distinguir entre los cambios fisiológicos que se producen como consecuencia de la edad y los cambios patológicos que coinciden con ese mismo período.
Cambios en el sueño según la edad
De manera fisiológica, se producen cambios en el patrón del sueño en las personas de la tercera edad. Generalmente, hay un aumento del tiempo de latencia y se incrementan los despertares nocturnos. Además, hay un cambio en la duración de las fases. Es por ello que aumentan los estadíos 1 y 2 de la fase no REM y disminuyen los estadíos 3 y 4, correspondientes al sueño profundo, así como la fase REM.
Secrececión de melatonina
Este cambio en la arquitectura del sueño, está en relación con los cambios en la secreción de melatonina.
La melatonina es una hormona de naturaleza proteica que está presente en muchas especies, desde las algas al ser humano. Se produce en la glándula pineal y de allí pasa a sangre.
El estímulo para su producción es la oscuridad. El inicio del proceso de síntesis de la melatonina comienza en la retina, las terminaciones nerviosas de esta llevan la información al núcleo supraquiasmático del hipotálamo, de aquí, tras su paso por varias subestaciones, al ganglio cervical superior y por último el impulso nervioso llega hasta la glándula pineal. Aquí, a partir del triptófano y tras un paso intermedio como serotonina, se produce la melatonina que según es sintetizada, se libera a la circulación sanguínea.
La síntesis de melatonina es inhibida por la luz. En las personas ciegas, en las que no existe conexión entre la retina y el núcleo supraquiasmático, se produce melatonina, pero no relacionada con los ciclos circadianos de luz/oscuridad, sino con un ritmo libre.
El patrón de secreción varía con la edad. Entre el año y los 3 años de edad alcanza el máximo. Entre los 15 y los 20 años experimenta una bajada de casi el 80%. Durante los años siguientes sigue bajando paulatinamente. Y, entre los 70 y los 90 años, tienen lugar las cifras más bajas de secreción.
Melatonina y envejecimiento
Esta disminución de los niveles de melatonina coincidiendo con el envejecimiento, es lo que puede hacernos plantear la duda de si el envejecimiento produce la disminución de la melatonina y por tanto los cambios en el sueño o si al contrario, la disminución de las cifras de melatonina es lo que desencadena los procesos relacionados con el envejecimiento.
Se ha hablado mucho respecto a la capacidad que podría tener la melatonina sobre el envejecimiento y su uso como tratamiento para ralentizar el proceso. Realmente, lo que las investigaciones han arrojado es que la melatonina tiene un interesante papel antioxidante.
Sin embargo, aun no podemos decir que tenga un efecto antienvejecimiento claro. Si está probado, que el daño celular acumulado como consecuencia de la exposición a los radicales libres interviene en el proceso de envejecimiento y que por tanto la melatonina como antioxidante, protege de algún modo a las células del daño oxidativo.
Melatonina y estrés oxidativo
Pero es que además de esta relación de la melatonina con la edad y con estrés oxidativo, se sabe que la falta de sueño actúa negativamente sobre el sistema endocrino y la inmunidad. De hecho, el insomnio crónico es un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares, endocrinológicas y respiratorias. La falta de sueño se ha asociado con la obesidad y la hipertensión arterial.
Cómo no dormir afecta a las funciones cerebrales
Por supuesto, la mala calidad del sueño también afecta a las funciones cerebrales. El cerebro necesita del sueño para reponer neurotransmisores. De hecho, hay estudios que relacionan la falta crónica de sueño con un mayor riesgo de padecer deterioro cognitivo.
También parece que ciertos trastornos como la depresión, la ansiedad, la desorientación e incluso los intentos de suicidio, están relacionados con la falta de sueño.
No dormir: consecuencias negativas para la salud
No dormir: consecuencias negativas para la saludLa Academia Americana de Medicina del Sueño ha establecido que dormir de manera continuada por debajo de 7 horas diarias tiene consecuencias negativas para la salud. Parece que todo el mundo, tanto profesionales como población general, tiene muy integrado el concepto de que la alimentación o el ejercicio o la hidratación son imprescindibles para conservar un buen estado de salud. Sin embargo no podemos olvidarnos de la necesidad de un sueño de calidad como factor básico de bienestar.
Durante el sueño se producen cambios a nivel metabólico, inmunológico y neurológico que son imprescindibles. Se puede privar al organismo de estas acciones durante un tiempo, pero hacerlo de manera continuada tiene efectos claramente negativos.
La repercusión negativa en la salud a nivel del eje psiconeuroinmunoendocrino, condiciona, si no un envejecimiento prematuro, sí desde luego, una peor calidad de vida en las personas de edad y un aumento del estrés oxidativo.
Es por esto importante cuidar los hábitos del sueño desde edades tempranas. Y, por supuesto, acudir al especialista cuando existan trastornos del sueño que no mejoren con la instauración de las medidas higiénico-dietéticas adecuadas.
trastornos del sueño y envejecimiento
Referencias
https://www.sleepfoundation.org/articles/envejecimiento
http://www.noticierovenevision.net/noticias/salud/el-insomnio-la-principal-causa-del-envejecimiento
https://www.iis.es/insomnio-dia-mundial-del-sueno-2016
http://www.scielo.org.pe/pdf/rnp/v80n4/a01v80n4.pdf
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