Ejercicios de fuerza y su impacto en la microbiota intestinal

Siempre que hablamos de hábitos de vida sana, una de las principales recomendaciones es el ejercicio. Pero deberíamos hacernos estas preguntas: ¿El deporte es siempre sano? ¿Y los ejercicios de fuerza están siempre recomendados? ¿Es una actividad recomendable para todos y en cualquier circunstancia? La respuesta es NO. El deporte no siempre es sano. Del mismo modo que no es sano beber agua si se hace de manera excesiva. O, incluso, no es sano comer un alimento determinado si no va acompañado de un equilibrio en el resto de la dieta.

La clave está en ponerle un adjetivo al nombre ejercicio: ejercicio moderado. O, mejor aún, ejercicio adecuado a las condiciones físicas de la persona. Con este matiz, sí podemos incluir el ejercicio en los hábitos de vida sana.

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¿Y por qué el ejercicio es beneficioso?

Desde el punto de vista estrictamente mecánico, no es más que una serie de contracciones más o menos equilibradas de diferentes grupos musculares, que consiguen el movimiento de las articulaciones. Pero, efectivamente, esto es solo desde el punto de vista mecánico. En realidad esos movimientos más o menos armónicos, más o menos coordinados, tienen un impacto muy importante a nivel circulatorio, metabólico, inmune e incluso emocional.

Y vamos más allá. Desde hace ya algún tiempo se está hablando del llamado “eje intestino-músculo”. Sí, efectivamente, existe una conexión bidireccional entre el intestino y el sistema muscular que está coordinada, en gran medida, por las bacterias de la microbiota intestinal.

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Relación bidireccional entre microbiota intestinal y ejercicios de fuerza

Aún no se conocen de manera exacta cuáles son los mecanismos de esta relación. Lo que sí se sabe es que tiene mucho que ver el sistema inmune. Una situación de disbiosis condiciona un funcionamiento anómalo del sistema inmune. Y esto puede favorecer la aparición de trastornos musculares y por supuesto, al contrario, una microbiota intestinal equilibrada contribuye al mejor rendimiento muscular y por tanto deportivo.

Pero ya hemos dicho que la relación es bidireccional, por lo que el ejercicio también influye, para bien o para mal, en la salud de las bacterias intestinales.

Se sabe que los deportistas que hacen ejercicio de alta intensidad presentan, con frecuencia, trastornos gastrointestinales. Incluso, en corredores de maratón, se han descrito casos de hemorragia intestinal. Parece que el ejercicio intenso o los ejercicios de fuerza producen alteraciones en la permeabilidad de la mucosa intestinal y en el equilibrio microbiano. Aunque aún no se conocen exactamente los mecanismos por lo que se produce esto, parecen estar implicados los cambios en el tránsito intestinal y la afectación del eje hipotalámico entre otros.

El aumento de la permeabilidad intestinal es un factor que condiciona en gran medida la salud general de la persona. Esto se debe a que una mucosa intestinal más permeable puede permitir el paso de metabolitos de bacterias patógenas al torrente sanguíneo. Y esto produce una endotoxemia que puede ser el origen de una respuesta inflamatoria sistémica.

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Beneficios del ejercicio moderado para la diversidad intestinal

Por el contrario a lo que sucede con los ejercicios de fuerza, hay numerosos estudios que demuestran que el ejercicio moderado aumenta la diversidad bacteriana intestinal. Y este es uno de los signos de bienestar de la microbiota.

Tiene un efecto antiinflamatorio a nivel intestinal y favorece, selectivamente, el desarrollo de las poblaciones de bacterias beneficiosas.

Pero, especialmente, a las productoras de ácidos grasos de cadena corta, que no solo preservan la mucosa intestinal, sino que participan de manera positiva en el desarrollo de la inmunidad, en la recuperación muscular por su acción antiinflamatoria y proporcionan además un sustrato energético para la práctica del ejercicio.

Pero aún hay más. Parece que la función cardiorrespiratoria también influye en la microbiota, de manera que, los ejercicios aeróbicos aumentan selectivamente la población de bacteroidetes. Este efecto revierte cuando cesa la práctica habitual de este ejercicio.

Pero claro, cuando hablamos de una persona que realiza uno u otro ejercicio, no podemos aislar el deporte del resto de hábitos de ese individuo. Una variable a tener muy en cuenta en su estado de salud es, evidentemente, la dieta. Los deportistas que se decantan por ejercicios de alto impacto suelen tener una dieta rica en proteínas y baja en fibra.

La fibra es fundamental, por su efecto prebiótico en el desarrollo y equilibrio de la microbiota intestinal. Esta favorece selectivamente el crecimiento de las poblaciones de bacterias beneficiosas en detrimento del crecimiento de poblaciones de bacterias patógenas. La dieta baja en fibra de muchos deportistas condiciona un estado disbiótico. Y este hecho favorece el estatus inflamatorio.

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Beneficios de los probióticos en el deporte

Se ha postulado que los probióticos podrían ser beneficiosos para mantener el estado de salud de los deportistas que practican ejercicio intenso, así como para mejorar su rendimiento deportivo. La idea es que determinadas cepas probióticas podrían disminuir la inflamación de la mucosa entérica y regular la permeabilidad intestinal. Una de las cepas que podrían ser de utilidad en este sentido es el Bifidobacterium longum ES1. Esta cepa ya ha demostrado en distintos estudios tener un efecto antiinflamatorio a nivel intestinal.

Estudios clínicos

Se realizó un estudio doble ciego con un complemento alimenticio que contiene Bifidobacterium longum ES1, junto con otras dos cepas bacterianas: Bifidobacterium lactis CBP-001010 y Lactobacillus Rhamnosus CNCM I-4036. Además de zinc, selenio, vitamina D y fructooligosacáridos.

El grupo de estudio eran 28 varones de 19 a 28 años. 14 de ellos eran deportistas profesionales (jugadores de fútbol) y 14 eran estudiantes considerados sedentarios. Cada uno de estos grupos se dividió, a su vez, en dos grupos. Por tanto, durante el mes que duró la intervención, un grupo de cada condición (sedentarios y deportistas) tomaba el complemento alimenticio y el otro grupo tomaba placebo.

En el estudio se evaluaron diferentes parámetros que tenían que ver con la calidad de vida como el sueño, la ansiedad o el estrés. Estos parámetros relacionados con la actividad física como el gasto energético o el ritmo metabólico equivalente; parámetros metabólicos y parámetros inmuno-neuro-endocrinos como la cuantificación de citocinas, catecolaminas y serotonina.

 

 

Conclusiones del estudio

Las conclusiones del estudio fueron que la administración de este preparado simbiótico consiguió una mejora en los niveles percibidos de ansiedad, estrés y fatiga. Además de una mejora en la calidad del sueño. Y, también, de cambios en algunos de los parámetros estudiados como la dopamina, la serotonina o las citocinas.

Pero lo curioso de este estudio es que estos cambios fueron más marcados en el grupo de deportistas que en los sedentarios. Es decir, los probióticos indujeron cambios en el sistema inmuno-neuro-endocrino. Pero, a su vez, el ejercicio influyó en la respuesta del organismo a la administración de probióticos. Esto viene a refrendar la hipótesis de que la relación entre microbiota y ejercicio es bidireccional, influyéndose por tanto, respectivamente.

Referencias

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8073688/
https://www.jsams.org/article/S1440-2440(19)30733-9/fulltext
https://www.mdpi.com/2072-6643/13/4/1321
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8222532/

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