Simbióticos para la diarrea por antibióticos

La diarrea por antibióticos o la diarrea asociada a antibióticos (DAA) se define como el aumento de la frecuencia de las heces, con cambios en su consistencia. Y este hecho tiene lugar como consecuencia de la administración de un tratamiento antibiótico.

Lo más habitual es que la diarrea aparezca de 2 a 7 días tras el inicio del tratamiento antibiótico, pero puede aparecer después. Incluso, se puede dar hasta 8 semanas tras la administración del fármaco.

Clínicamente, puede haber distintos grados, desde una diarrea leve hasta un cuadro grave, con riesgo de deshidratación y compromiso de la vida del paciente. Y, sobre todo, por supuesto, en pacientes vulnerables como ancianos hospitalizados.

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Antibióticos que provocan diarrea

No todos los antibióticos tienen la misma probabilidad de producir este cuadro.

Los que con más frecuencia lo producen son los de amplio espectro: clindamicina, ampicilina, amoxicilina (especialmente si está combinada con ácido clavulánico), cefalosporinas y fluoroquinolonas.

Otras penicilinas, los macrólidos, los aminoglucósidos o el trimetoprim/sulfametoxazol, también lo pueden producir, pero con menor frecuencia.

¿Por qué los antibióticos provocan diarrea?

Los mecanismos por los que el antibiótico produce diarrea son varios. Probablemente, en cada caso, se produce una combinación de todos o algunos de ellos.

El primero de los mecanismos que hay que mencionar es el propio efecto directo del medicamento sobre la mucosa del intestino. El segundo, y probablemente el más importante, es una alteración de la microbiota intestinal.

El antibiótico inhibe el crecimiento de ciertas poblaciones de bacterias intestinales capaces de fermentar hidratos de carbono, por lo que los azúcares no absorbidos permanecen en la luz intestinal captando agua, lo que provoca una diarrea osmótica.

Además, la disbiosis puede facilitar el crecimiento de bacterias patógenas como el Clostridium difficile que producen la diarrea de manera directa.

Cada vez está más aceptado el uso de probióticos asociado a los tratamientos antibióticos.

El hecho de que la principal razón de que la diarrea asociada a antibióticos tenga que ver con una disbiosis provocada por el propio fármaco, explica perfectamente la necesidad de equilibrar la microbiota, para lo cual la principal herramienta es sin duda el uso de probióticos.

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Cepas probióticas

Pero pasemos de lo general a lo particular: es decir, no hablemos de “probióticos”, sino de cepas probióticas concretas.

Es cierto que hasta no hace mucho tiempo, los estudios clínicos en esta o en cualquier otra patología se hacían a menudo sin especificar la cepa utilizada.

Simplemente se aludía a la especie o al género (lactobacilos, bifidobacterias…). Actualmente, la investigación en probióticos ha avanzado mucho y se evita hablar en general de probióticos.

La tendencia es hacer los estudios con cepas concretas, lo que permite la reproducibilidad de los resultados.

Qué hacer para prevenir la diarrea por antibiótico

Distingamos ahora entre las acciones preventivas y las que tendrán lugar si ya se ha producido la diarrea.

Desde luego, como ocurre siempre en Medicina, lo mejor es la prevención. Cada vez está más extendido el uso de probióticos coincidiendo con la pauta antibiótica.

El paciente inicia la toma de probióticos a la vez que el antibiótico o demorando 1 o 2 días desde el inicio del tratamiento farmacológico.

La recomendación general es tomar probióticos durante unos diez días.

Son varias las cepas que han demostrado su eficacia en este sentido. Pero, en esta ocasión, hablaremos de una de las cepas más conocidas y estudiadas, el Lactobacillus Rhamnosus GG.

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Lactobacillus Rhamnosus GG para diarrea por antibiótico

Lactobacillus Rhamnosus GG cuenta con más de 1000 estudios publicados. Fue aislada en 1983, recibiendo el nombre de sus investigadores Gorbach y Goldin.

Esta cepa se patentó en 1989 y desde entonces se ha empleado en diferentes situaciones relacionadas con disbiosis.

Es una cepa segura, resistente a pH ácido y sales biliares y con una gran capacidad de adhesión al epitelio intestinal.

Incrementa la producción de interleukinas antiinflamatorias. Contribuye a la normalización de la función de barrera y a la permeabilidad intestinal y tiene una probada eficacia en la prevención de la diarrea asociada a antibióticos.

 

 

Equilibrio de la microbiota con LGG

LGG presenta una capacidad para adherirse a la mucosa intestinal superior a la de otras cepas probióticas. Este hecho contribuye a la acción positiva de LGG en el reequilibrio de la microbiota intestinal en caso de disbiosis.

Presenta efectos antiinflamatorios que tienen que ver principalmente con la presencia en su estructura de LTA (ácido lipoteicoico) y además promueve la supervivencia de las células epiteliales intestinales por prevención de la apoptosis.

La administración de LGG contribuye, por tanto, a la normalización de la función de barrera intestinal y al requilibrio de la microbiota. Idealmente, la administración de esta cepa bacteriana debe hacerse en combinación con prebióticos. Conformando, por tanto, un simbiótico.

Los prebióticos son fibra fermentable. Esto quiere decir que constituyen el alimento de las bacterias residentes propias de la microbiota intestinal.

Su administración consigue priorizar la proliferación de las bacterias intestinales beneficiosas en detrimento del crecimiento de especies patógenas con las que compiten por el hábitat y el alimento.

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Sales de rehidratación para la diarrea por antibiótico

En consecuencia, si no se ha realizado esta prevención o por algún motivo, no ha sido suficiente, puede aparecer la diarrea por antibiótico.

En este caso hay que atender, por una parte, al riesgo de deshidratación. Y, por otra parte, a la diarrea en sí, intentando acortar el tiempo de resolución.

Se han establecido unas recomendaciones para la formulación de las soluciones de rehidratación oral. Actualmente, en nuestro medio, se utilizan las sales de baja osmolaridad. Estas cuentan con una composición dentro de los márgenes que recomienda la ESPGHAN.

Las sales de rehidratación oral limitan el riesgo de diarrea por antibiótico y sus consecuencias. Sin embargo, no acortan el tiempo de la diarrea.

En este sentido, cabe hablar del uso de la levadura Saccharomyces boulardii que ha demostrado acortar el tiempo de la diarrea tanto en diarrea infecciosa como en la diarrea asociada a antibióticos.

Uso de Saccharomyices boulardii

Saccharomyces boulardii es una levadura descubierta en 1920 que tiene la propiedad de poder vivir a una temperatura (37º) por encima de lo que es óptimo para la mayoría de las levaduras. Esto le hace adaptarse muy bien a las condiciones del intestino humano.

Además, es resistente a la acidez gástrica y a las sales biliares, por lo que es capaz de llegar íntegra hasta el intestino cuando se administra por vía oral.

Durante el tiempo que Saccharomyces boulardii permanece en la mucosa intestinal, mejora la digestión de los nutrientes y controla la inflamación de la mucosa intestinal y la secreción de agua y electrolitos a la luz del intestino.

Se ha comprobado que la presencia de Saccharomyces boulardii en el intestino aumenta la producción de ácidos grasos de cadena corta, especialmente de butirato, lo que tiene que ver con el control de la respuesta inflamatoria.

Por lo tanto, podemos concluir que el uso de probióticos, tanto de manera preventiva como tras la aparición de la diarrea por antibiótico, puede ser una herramienta muy interesante para disminuir los efectos adversos de los tratamientos antibióticos.

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