El aumento de anticuerpos por la diversidad de la microbiota

La microbiota intestinal es considerada actualmente como un órgano más, con importantes funciones digestivas y extradigestivas. Entre estas últimas cabe destacar el papel que tiene en el funcionamiento del sistema inmune a través de diferentes mecanismos. Se encuentra la síntesis de inmunoglobulinas y, por tanto, la creación de anticuerpos.

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Microbiota intestinal

La microbiota es el conjunto de bacterias que habitan en un territorio. Cuando se habla de microbiota intestinal, nos referimos al conjunto de bacterias que habitan en el intestino humano. La proporción entre las distintas especies bacterianas y la diversidad de estas especies conforman distintos patrones que influyen en el estado de salud del individuo.

Cuanto más diversa sea la microbiota, más se acerca a un estado de salud o estado de eubiosis.

Y, por otro lado, patrones con menor diversidad se consideran estados disbióticos que se relacionan con determinadas enfermedades.

 

 

Sistema inmune

El sistema inmune es tremendamente complejo, pero siempre comienza con el contacto inicial entre el organismo y el patógeno. Este primer encuentro se produce en los tejidos denominados primera línea de defensa. Hablamos de la piel y las mucosas entre las que destaca la mucosa intestinal con sus más de 300 m2 de superficie y la presencia de un gran porcentaje del total de células inmunitarias del organismo.

Su papel es fundamental en la respuesta inmune, pues debe guardar un equilibrio muy sutil entre la respuesta defensiva frente a patógenos y la respuesta tolerogénica frente a los antígenos de la dieta y a las bacterias de la microbiota.

Este proceso se realiza a través de la denominada barrera intestinal. Es el conjunto de elementos celulares y extracelulares presentes en el intestino. Su acción coordinada consigue impedir el paso de antígenos, toxinas y bacterias patógenas. Pero, eso sí, manteniendo una necesaria tolerancia hacia los antígenos de la dieta y las bacterias que forman parte de la microbiota intestinal.

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Componentes de la barrera intestinal

Entre los componentes de la barrera intestinal hay que destacar al GALT. O sea, el tejido linfoide asociado al intestino y que está formado por dos fracciones, el GALT organizado o placas de Peyer y ganglios mesentéricos y el GALT difuso constituido por linfocitos T aislados que se sitúan entre la mucosa y la submucosa.

Otro elemento fundamental de la barrera intestinal e imprescindible para el buen funcionamiento del sistema inmune es la microbiota intestinal. Las bacterias comensales participan en la digestión de los nutrientes, especialmente de los hidratos de carbono, en el metabolismo energético y en la respuesta inflamatoria.

Papel defensivo de la microbiota intestinal: producción de anticuerpos

Pero, además, la microbiota tiene un papel defensivo directo. Consigue limitar la colonización de patógenos por un mecanismo de competición por nutrientes y por hábitat.

También modifica el pH acidificando el medio, lo que dificulta la proliferación bacteriana y produce bacteriocinas que inhiben el crecimiento bacteriano.

Y, por supuesto, está directamente implicada en la respuesta inmune y se ha demostrado que algunas cepas probióticas estimulan la producción de anticuerpos, en concreto de inmunoglobulina A secretora (IgAs).

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Respuesta innata y respuesta específica

La respuesta inmunológica tiene dos vertientes, la llamada respuesta innata o inespecífica y la adquirida o específica.

La innata se produce en respuesta a aquellos antígenos que tienen contacto por primera vez con el organismo e intervienen principalmente neutrófilos, monocitos, células NK (Natural Killer), macrófagos y células dendríticas. Las células dendríticas son especialmente abundantes en el intestino. Estas células, junto con los macrófagos, actúan como presentadoras de Ag. Transmiten la información a los linfocitos y desencadenan, por tanto y de manera secundaria, la respuesta inmunitaria específica o adquirida.

La respuesta específica se produce cuando penetra en el organismo un antígeno con el que se ha tenido contacto previamente, es decir, actúa a través de la memoria inmune. A su vez, se realiza por dos mecanismos, la respuesta humoral y la respuesta celular.

La respuesta celular es la propia de los linfocitos T citotóxicos y helper. La respuesta humoral tiene lugar gracias a los linfocitos B que producen anticuerpos en la mucosa intestinal, concretamente IgAs, que favorece el mantenimiento de las bacterias comensales y neutraliza los patógenos, potenciando así mismo la función tolerogénica.

Pero lo interesante es que parece que hay una relación bidireccional entre la IgAs y la microbiota. Es debido a que esta última induce, a su vez, la producción de IgAs. Pero, además, ralentiza su destrucción, permitiendo que esté activa durante más tiempo.

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Probióticos para equilibrar la microbiota intestinal

Pero la microbiota intestinal puede verse alterada por diferentes factores, aunque también puede verse favorecida por la administración de probióticos. Los probióticos consiguen el equilibrio de la microbiota intestinal y ayudan tanto a las funciones digestivas como a la respuesta inmune.

Estas acciones ocurren de manera general, en prácticamente todas las cepas probióticas, pero hay además algunas cepas cuyas acciones a nivel inmunológico son más directas y están respaldadas por una sólida evidencia científica.

Papel de la cepa LGG

Este es el caso de la cepa Lactobacillus Rhamnosus GG (LGG), que es una de las cepas probióticas más conocidas y estudiadas. Actualmente cuenta con más de 1000 estudios publicados. Fue aislada en 1983, recibiendo el nombre de sus investigadores Gorbach y Goldin, de cuyas iniciales viene la denominación de GG.

LGG presenta:

  • Una capacidad para adherirse a la mucosa intestinal superior a la de otras cepas probióticas, además la persistencia en el intestino y la concentración de esta cepa son superiores a las de otras bacterias. Este hecho contribuye a la acción positiva de LGG en el reequilibrio de la microbiota intestinal en caso de disbiosis.
  • Efectos antiinflamatorios que tienen que ver principalmente con la presencia en su estructura de LTA (ácido lipoteicoico).
  • Promueve la supervivencia de las células epiteliales intestinales por prevención de la apoptosis inducida por citoquinas
  • Inhibe el crecimiento de distintas cepas de algunos patógenos como Salmonella, Shigella, Staphlylococcus o Streptococcus
  • Y es capaz de mejorar la respuesta humoral inmune tras la administración de algunas vacunas como la del rotavirus o la gripe.
Referencias

Immunomodulatory effects of probiotics in different stages of life | British Journal of Nutrition | Cambridge Core
https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/apt.13404
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/17226902

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