Hinchazón abdominal, ¿por qué el estrés afecta?

Hace años los términos hinchazón abdominal y distensión abdominal se utilizaban como sinónimos. Hoy en día se hace la distinción de estos dos conceptos. Así, denominamos distensión abdominal al aumento objetivo y medible del perímetro abdominal.

Por el contrario, la hinchazón abdominal es la sensación (síntoma) de estar inflado, pesado o lleno pudiéndose acompañarse o no de distensión.

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Qué es la hinchazón abdominal

La hinchazón abdominal es un síntoma que aparece con cierta frecuencia. Muchas personas experimentan hinchazón de forma reiterada.

Cuando la hinchazón presenta un patrón predecible generalmente no es motivo de preocupación. La intensidad es muy variable, alterando las actividades cotidianas y la calidad de vida de los pacientes.

Qué causa la hinchazón abdominal

Existen numerosas causas que pueden producir hinchazón abdominal:

  • Gases. La acumulación de gas en el estómago e intestino es una de las causas más comunes de hinchazón.
  • La dispepsia funcional y la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE). Son causas frecuentes de aparición de distensión abdominal. Se trata de molestias o dolor en la parte superior del abdomen acompañado de otros síntomas como: náuseas, hinchazón abdominal, acidez, digestiones pesadas, saciedad precoz, eructos, regurgitaciones y vómitos.
  • Estreñimiento. A menudo causa hinchazón. Puede deberse a:
    • Deshidratación
    • Poca fibra en la dieta
    • Intolerancia a ciertos alimentos
    • Embarazo
    • Trastornos del intestino grueso
    • Medicamentos (codeína, hierro, alcalinos, etc.)
  • Intolerancia a la lactosa y problemas para digerir otros alimentos. Puede aparecer hinchazón en personas tras comer ciertos alimentos.
  • Síndrome del intestino irritable. Este trastorno cursa con hipersensibilidad visceral.
  • Síndrome de sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado (SIBO). Se trata de un crecimiento excesivo del número de bacterias que pueblan el intestino delgado. Es decir, estaríamos hablando de un tipo de disbiosis, de un desequilibrio en la microbiota intestinal. Esta enfermedad puede causar hinchazón, diarrea frecuente y puede provocar dificultades para digerir los alimentos y absorber los nutrientes.
  • Obesidad y sobrepeso.
  • Medicamentos. La toma de algunos medicamentos como la acarbosa (tratamiento diabetes) pueden producir distensión. Otros medicamentos que pueden producir distensión son la lactulosa, sorbitol, etc.
  • Las infecciones intestinales de tipo bacteriano o vírico pueden causar gases. También suelen ir acompañados de otros síntomas como:
    • Diarrea
    • Vómitos
    • Náuseas
    • Dolor abdominal

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Otras causas

Otras causas más graves de hinchazón abdominal son:

  • Ascitis y tumores
  • Celiaquía
  • Síndrome de evacuación gástrica rápida
  • Gastroparesia
  • Cáncer ovárico
  • Insuficiencia pancreática
  • Cirrosis hepática
  • Colecistitis o colelitiasis
  • Enfermedad de Crohn

 

¿Qué papel juega el estrés en la hinchazón abodminal?

La dispepsia funcional se puede agravar con el estrés. El estrés también puede estar vinculado con otras condiciones asociadas con la digestión, incluyendo el síndrome del intestino irritable.

Se trata de otro trastorno funcional con síntomas tales como diarrea, estreñimiento y cólicos abdominales. Estos trastornos gastrointestinales son funcionales, siendo la hipersensibilidad visceral, un factor importante en las personas que sufren estos trastornos.

Estos pacientes pueden percibir como molestos o dolorosos estímulos normales: una comida de cantidad y composición normal, gases digestivos, movimientos naturales del colon, etc. En pacientes con síndrome del intestino irritable es fácil comprender la importancia de la hipersensibilidad visceral en la hinchazón abdominal.

El estrés agudo provoca que el cerebro active el eje hipotálamo-hipofiso-suprarrenal produciendo hormonas como la catecolaminas (adrenalina, noradrenalina, etc.). En estos casos se elevan de forma más importante los niveles de adrenalina que de cortisol.

Esta reacción se produce como respuesta a una situación de estrés aguda momentánea, el hipotálamo estimula las glándula suprarrenales (en su parte medular) para secretar la adrenalina, cuyo objetivo es suministrar energía.

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¿Y el estrés crónico?

Por el contrario, el estrés crónico, mantiene de forma crónica elevados los niveles de cortisol, prevaleciendo su efecto sobre la adrenalina. Como consecuencia aparece el aumento de apetito y se acumula más grasa en el organismo. Además de incrementar el peso al aumentar el apetito, favorece la aparición de distensión abdominal.

El cerebro ante una situación de estrés, entiende que existe un aviso y responde (hormonas y neurotransmisores) enviando una señal a las glándulas suprarrenales para que segreguen cortisol y catecolaminas. Estas sustancias aumentan el nivel de glucosa en sangre y aceleran el ritmo cardiaco y la respiración. Si el estrés continua, el cortisol se mantiene elevado en sangre y hace que el cerebro reaccione con la secrección de neuropéptido.

El neuropéptido Y (NPY) es uno de los neuropéptidos más abundantes del cerebro; también está presente en el sistema nervioso periférico. El NPY participa en la regulación del apetito y la homeostasis energética. El neuropeptido, junto con la leptina y la hormona liberadora de corticotropina (CRH) constituyen el sistema regulador de las grasas.

También es un componente clave en la respuesta al estrés, presentando propiedades ansiolíticas. Los niveles altos de NPY en el cerebro se asocian con una elevada ingestión de comida y una actividad física disminuida.

El cortisol, junto con el neuropéptido, moviliza los depósitos de grasa del cuerpo y se acumulan en la zona abdominal. Esto puede producir una mayor resistencia a la insulina, lo que aumenta el riesgo de padecer diabetes tipo 2, hipertensión, hipercolesterolemia y enfermedad cardiovascular.

¿Cómo influye la disbiosis de la microbiota intestinal?

La microbiota en muchos de los pacientes está alterada. Generalmente la microbiota es beneficiosa para nuestro organismo y participa en numerosas funciones metabólicas, inmunológicas y tróficas en nuestro intestino. Por tanto, debemos mantener un buen equilibrio de la microbiota.

Una microbiota excesivamente fermentativa producirá un exceso de gases como consecuencia de la acción sobre la fibra dietética o los hidratos de carbono, favoreciendo la distensión e hinchazón abdominal. Es por ello que utilizar los probióticos puede ser muy útil.

Por otro lado, la falta de ingesta de fibra trae como consecuencia la aparición de estreñimiento, causando también hinchazón abdominal. Por tanto, ambas situaciones provocan hinchazón abdominal, gases y dolor abdominal.

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Medidas higiénicos dietéticas

Existen una serie de medidas generales que pueden ayudar a evitar la distensión abdominal:

  • Buena hidratación. Tomar agua de manera suficiente u otros líquidos
  • Evitar alimentos sólidos durante las primeras horas del día
  • Dieta equilibrada y rica en fibra. Evitar los alimentos ácidos, ricos en grasa, fritos, cafeína, alcohol y bebidas carbonatadas
  • Regular y controlar los medicamentos que toma el paciente
  • Aconsejar la ingesta de alimentos en muchas tomas al día y con pequeñas cantidades
  • Hacer ejercicio con regularidad
  • Controlar la ansiedad
  • Utilización en algunos casos de suplementos de fibra y probióticos
  • Conseguir un sueño reparador

Estas medidas generales junto con un tratamiento adecuado de la causa de la hinchazón abdominal o distensión abdominal, conseguirán que los pacientes mejoren su estado físico, psicológico y su calidad de vida.

Referencias
• Reichmann, F., & Holzer, P. (2016). Neuropeptide Y: a stressful review. Neuropeptides, 55, 99-109.
• Malagelada, J. R., Accarino, A., & Azpiroz, F. (2017). Bloating and abdominal distension: old misconceptions and current knowledge. American Journal of Gastroenterology, 112(8), 1221-1231.
• Drossman, D. A. (2016). Functional gastrointestinal disorders: history, pathophysiology, clinical features, and Rome IV. Gastroenterology, 150(6), 1262-1279.
• Schmulson, M. J., & Drossman, D. A. (2017). What is new in Rome IV. Journal of neurogastroenterology and motility, 23(2), 151.

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